Manejo y cuidado de pesebreras

No está en la naturaleza de los caballos permanecer en un solo sitio, por lo tanto defeca y orina en cualquier parte. Ellos evitan pastorear las áreas en donde se concentran los excrementos y no les gusta orinar donde se salpican. De ahí que muchas veces esperen a ser soltados al potrero para orinar. Por esta razón, el piso de las pesebreras debe permitir el drenaje.

Las camas húmedas y el cagajón deben ser retirados frecuentemente para evitar la concentración de amoniaco en el ambiente y evitar la contaminación, un cuidado vital también para tener cascos sanos.

Los cascos son una parte del cuerpo que requiere limpieza diaria. La remoción de material sucio o en putrefacción de ellos, debe ser prioridad aun sobre el cepillado. No hacerlo puede ser causa de infecciones podales de trámite lento y doloroso.

La limpieza de utensilios, atalajes y herramientas también son una condición básica para la salud de los caballos.

La disposición de las camas sucias y/o usadas debe hacerse de tal forma que no permita la proliferación de moscas. Un buen proceso de compostaje, lejos de las pesebreras, o el retiro frecuente de las instalaciones, son alternativas válidas para evitar que esto suceda. También deben retirarse los excrementos de las áreas de ejercicio como los picaderos.

Renovación del aire

El aparato respiratorio del caballo es altamente sensible a los efectos de los gases dañinos, como el amoniaco. Eso explica que las pesebreras mal ventiladas, propicien las enfermedades respiratorias. Las pesebreras deben tener ventanas amplias que permitan asegurar la permanente renovación del aire de modo que los caballos respiren en un ambiente limpio.

Las ventanas también permiten que los caballos puedan verse unos a otros. Esto es importante para la tranquilidad del animal y para satisfacer, en parte, sus necesidades sociales.

Crea buenos hábitos y evita vicios

Los caballos en pesebrera desarrollan hábitos. Algunos son nocivos y se producen porque las condiciones de vida de una pesebrera rompen con algunos de los requisitos de la naturaleza misma del caballo. Los llamados vicios de pesebrera tienen origen en insuficiente tiempo masticando forraje, con frecuencia, o porque el caballo no puede hacer el ejercicio necesario, o por aislamiento de sus congéneres.

La propensión a un comportamiento habitual debe tenerse en cuenta para ajustar los horarios de alimentación y aseo los cuales deben ser regulares y constantes para el caballo. Las comidas en horarios irregulares producen ansiedad. Es muy frecuente la presencia de úlceras gástricas asociadas a cambios en los programas de alimentación y a espacios muy largos de tiempo en los que el caballo no tiene acceso a su alimento.

Las horas de descanso y de comidas de los caballos deben respetarse, evitando la bulla, las interrupciones, los sustos. Deben ser momentos de tranquilidad.

El caballo no evolucionó para vivir en una pesebrera. Su estadía en ella ocasionalmente es necesaria, en algunos casos por restricciones de espacio, pero, a menos que estemos resguardando al caballo de extremos climáticos dañinos para su salud, cuando lo encerramos en una pesebrera, no le estamos haciendo ningún favor ni a su fisiología ni a su psiquis.

No perdamos de vista que esa hermosa criatura que nos apasiona se llama Equus caballus y evolucionó para la libertad y el movimiento.

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